Para el apóstol Pablo el Cristo crucifícado era la razón de su vida y el motivo de su predicación ( 1 Cor. 2:2)

También Pablo escribió a los Filipenses “… a fin de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y de participar de sus padecimientos, para llegar a ser semejante a él en su muerte, si es que de alguna manera llego a la resurrección de entre los muertos.

Cuando tu amas a una persona, tu sabes cuando ella sufre. Por eso en ningún otro lugar el amor de Dios está tan cerca de nosotros como en los sufrimientos de su Hijo, Jesucristo.

Jesús el Varón de Dolores en su sacrificio nos trae la verdadera liberación de nuestros pecados y de todas nuestras ataduras. Pero también nos trae consuelo para nuestro propio sufrimiento, pues en sus heridas encontramos la sanidad y la paz que necesitamos: “ por sus heridas somos sanados” como lo señala la Palabra de Dios en Isaías 53:5.

Este jardín proporciona una atmósfera de tranquilidad y oración y se ha convertido en una fuente de fortaleza y consuelo para muchos. Te invitamos a caminar en espíritu por este jardín y a meditar en el sacrificio de Jesús y en su incomparable amor que lo llevó a  sufrir y morir por nosotros.